Descripción
El kiwi
Una de las novedades frutícolas que está introduciéndose a pasos agigantados en la agricultura asturiana es el kiwi, ese fruto ovoidal, recubierto con una piel amarronada algo áspera, en cuyo interior destaca una carnosidad verdosa que en su parte central contiene minúsculas semillas negras. Pulpa llena de alegre frescor en sinfonía de aromas y sabores un tanto exóticos que alternan entre la sandía y la fresa.
Su historia navega entre la tradición y la realidad. Parece ser que allá por el año 950 un polinesio de nombre Kupe arribó a las islas hoy llamadas Nueva Zelanda y que él denominó Aoteaora (Tierras de la Larga Nube Blanca). Poco después, nativos de Hawaikí poblaron estos territorios, descubiertos por el Occidente por Abel Hanszoon Tasman, explorados un siglo más tarde por el inglés James Cook, e incorporado a Gran Bretaña en 1840 por el capitán Hobson.
Nueva Zelanda es tierra de suave clima y fértiles campos, lugar ideal para que en ella se aclimatara una planta asiática, la actinidia, cuyo fruto fue tan bien acogido por la población indígena y neozelandesa, que la bautizó con el nombre de kiwi, que es el animal más representativo de las islas.
Cuando el kiwi llegó a Europa encontró en el norte español, especialmente en Galicia y en Asturias, un terreno ideal para su cultivo al par que una aceptación masiva de este fruto tanto por su grato sabor como por su riqueza en vitaminas C y E, su bajo poder calórico y alto contenido en fibra.
El kiwi es fruto de invierno y, como todas las frutas, debe consumirse maduro (maduran rápidamente introduciéndolos en un bolsa o en una caja con una pera o una manzana madura debido a la acción del etileno que éstas desprenden).
Los kiwis se consumen al natural, si bien también tienen destino de repostería (mermeladas, dulces, tartas...).
Tartaletas de kiwi, fresa y melocotón
Ingredientes: 4 tartaletas de hojaldre (se compran ya hechas); dos trozos de melocotón en almíbar; 2 kiwis grandes; 200 ml de nata para montar; 1 cucharada de azúcar; 2 cucharadas de puré de fresa.
Preparación: se monta la nata, dejándola muy firme, y se mezcla con el azúcar y el puré de fresa pasado por un tamiz fino. Se dispone en la tartaleta y se decora en su parte superior con rodajas de kiwi finas y lonchas de melocotón.