Algunos remedios tradicionales

Gastronomía de paisaje
Cocina de paisaje
Asturias

Descripción

Algunos remedios tradicionales

El Dr. Fernández Ruiz, en su Historia Médica del Principado de Asturias, en la idea de que «para cada dolencia tiene el pueblo su remedio», brinda un conjunto de terapias que en su día, y aún hoy, fueron solución a muchas dolencias. Resumimos algunas.

Afecciones cutáneas

Sabañones: se curan con agua y sal, frotando las manos con ajo caliente o con zumo de balsamina (Salvia verbenaca L.).

Verrugas: se tratan con zumo de higos verdes y ajos con sal.

Heridas: cicatrizan con zumo de cirigüeña (Chelidoniuum majus L.) o con hojas de artos y escayos (Rubus fruticosus, L.); si sangran se detiene la hemorragia con telas de araña. Si la herida está infectada se aplica grasa fresca en una hoja de paniega o romaza (planta de la especie Rumex).

Inflamaciones: se tratan con cataplasmas madurativas a base de malvas, cebollas picadas y enjundia de gallina.

Ulceras atónicas: se utiliza un ungüento a base de miel, aceite, cera virgen, pez y tuétano de vaca. La orina de niños sanos resulta también un remedio eficaz.

Viruelas: su tratamiento habitual se basaba en el uso de los pétalos del cártamo, también llamado alazor o azafrán de la viruela (Carthamus tinctorius L.). Planta que no existe de forma natural en Asturias.

Afecciones digestivas

Ictericia: se consideraba remedio eficaz la ingestión de piojos con chocolate.

Lombrices: se conseguía su expulsión tomando un preparado, a partes iguales, de aguardiente, zumo de limón y azúcar.

Cólicos: se curaban con infusión de raíces de helecho y bebiendo dos veces al día zumo de brotes tiernos de fresno (Fraxinus excelsior). La infusión de manzanilla (Matricaria chamomilla L. y Chamemelum nobile) y la de ruda (Ruta graveolens L.) eran también muy usuales.

Inflamaciones del vientre: el remedio consistía en aplicar grasa fresca en una hoja de berza calentada a la chapa.

Diarreas: se trataban con zumo de cártamo y leche. También con manzana rallada.

Afecciones respiratorias

Catarros: se combatían con vino, sidra o aguardiente hervidos con azúcar; también con infusión de malvavisco, orégano y miel. En ocasiones con leche hervida, azúcar requemada y brandy caliente.

Hemoptisis: era eficacísima la poción compuesta de miel, queso de Cabrales y vino añejo. También se aconsejaba comer crudas las pequeñas babosas presentes en las hojas de lechuga.

Afecciones oculares

Se trataban lavando los ojos con infusión de flores de saúco (Sambucus nigra L.) o de nanzanilla.

Afecciones varias

Histerismos y neurastenias: eran muy eficaces las infusiones de artemisa (Artemisa vulgaris L.), ruda, orégano (Origanum vulgare L.) perejil y azúcar.

Para adelgazar la sangre se tomaba agua de ortigas seis días seguidos.

Reuma: se aconseja un cocimiento de vino tinto y aceite, a partes iguales, con flor de saúco y con él darse unas fricciones.

Amigdalitis: gargarismos de cocimiento de nidos de golondrina en leche o aplicar cataplasmas de perejil y aceite. Era importante aplicar al cuello una media de lana usada.

Dolor de oídos: se alivian con unas gotas de leche de mujer.

Eczema de niños: también con leche de mujer.

Tosferina: jarabe de remolacha, higos chumbos, colinabos o nabos mexones. También es útil el caldo de erizo.

Dolor de cabeza: aplicar una estopada de caracoles (caracoles machacados) mezclados con verbena (Verbena officinalis L.).

Edemas: cataplasmas de ceniza de leña pulverizada mezclada con vino y sal.

Dolores en general: fricciones con aceite, azafrán y artemisa; y también cataplasmas de harina de linaza, huevo y ruda. Las embrocaciones (aplicaciones de líquidos sin fricción) de aguardiente o de ron se aconsejaban como eficaces.

Dolores de muelas: enjuagues con aguardiente, ron o brandy; mantener en la cavidad bucal durante un cierto tiempo humo de tabaco.

Evidentemente, a nadie se le ocurriría hoy curar la ictericia a base de una chocolatada con piojos, lavar una herida con orina, comer babosas de lechuga para combatir la tuberculosis o preparar un caldo de erizo para aliviar la tosferina. Sin embargo, estos remedios que pueden parecer ancestrales aún se aplicaban en tiempos relativamente actuales y con resultados asombrosamente sorprendentes.