Descripción
Algunos platos asturianos
Allá por los tiempos medievales, los conventos —lugar de trabajo, oración y centros de saber— solían socorrer a los peregrinos y menesterosos que llegaban a sus puertas en solicitud de alimento. Muchos de ellos eran peregrinos a Compostela; otros, pobres sin más; más de uno, vago redomado. Así lo decía un poema del siglo XIII:
«Puerta abierta a todos:
enfermos y sanos,
judíos, herejes,
ociosos y vagos;
es decir, en breve,
buenos y profanos».
Los monasterios, sobre todo los ubicados a lo largo de la ruta jacobea, supieron mucho de estas limosnas nutritivas. Y como eran pobres (aunque dispusieran de bienes y de dominio) pobre habría de ser el sustento que se ofrecía a los mendicantes: se cocían a fuego manso unos mendrugos de pan duro en agua; se añadía una pella de manteca de cerdo añeja, un espolvoreo de ajo y de sal; se dejaba que tomase sabor y se servía en cuencos o escudillas de barro.
Esta era, en síntesis, la esencia de la sopa boba, también llamada caldo limosnero.